Entra en su clase aterrada y, pasados los primeros instantes, se da cuenta de que:
- Es ella la que tiene que prestar atención a esas personas y no al revés, cosa poco frecuente en el estilo académico del que procede.
- La comunicación no verbal la ayudará en los primeros pasos, pero tampoco es segura ni universal (acaba de comprobarlo al ver que sus dos alumnos orientales movían la cabeza afirmando, pero en realidad no querían decir ‘sí’).
- Tendrá que buscar la manera de que el español sea la lengua vehicular en la clase, aunque debe ayudarse de los conocimientos que ya poseen esas personas.
- Ser competente en su lengua materna no la capacita para enseñarla.
- Tendrá que buscar otras formas, otras estrategias de enseñanza; lo que ha aprendido hasta ahora le va a servir de poco.
Nuestra Isabel ha terminado su primer día de clase. Se va a la biblioteca a buscar información, a leer como loca sobre la enseñanza de español como lengua extranjera (ELE). No está desesperada, pero no le falta mucho. De repente sonríe al recordar esas películas en las que un profesor o profesora tiene que enfrentarse a una clase difícil y al final triunfa porque encuentra fórmulas originales, diferentes, que enganchan a sus grupos. «¡Claro! Son películas». Sí, Isabel, es cierto, son películas, pero en la base hay algo que podemos aplicar a tus dificultades: el pensamiento divergente. Un pensamiento que tratará de ir más allá de las barreras que cualquier docente creativo –en realidad cualquier persona creativa- encontrará: barreras culturales, perceptivas y emocionales. En fin, Isabel, sigue buscando. Has empezado bien: reconociendo que no sabes. Ese es el primer paso para la búsqueda de soluciones. Recuerda aquello de que la verdadera inteligencia no es mostrar que sabemos hacer algo, sino cómo se reacciona y cómo se procede cuando no se sabe qué hacer. Estás ante una situación nueva para ti y por tanto debes buscar mecanismos nuevos, otros caminos. Quizá tengas que desaprender algunas cosas para poder actuar de otro modo, pero… en eso consiste el juego de aprender, ¿no?
Hola Concha,
Soy María C. y estoy en tu clase de “experto” de la UNED. Me ha gustado tu entrada, me veo en el “buen camino” ya que saber, no sé nada. Espero que este recorrido se parezca al viaje a Ítaca…
Saludos,
María
Gracias, María, por pasarte por aquí. Es una alegría sentir que estas reflexiones no caen en el desierto:-)
También es una satisfacción saber que te sientes por el buen camino. Haremos una parte juntas.
Hola Concha me uno a tu blog y también soy alumna del “Experto”.
Desaprender para enseñar, me encanta!! Es un tema muy pedagógico y a mí como pedagoga me toca la fibra. Es cierto que en muchas ocasiones los profesore@s llegan al aula con las ideas preconcebidas que desde un libro se les ha ido planteando a lo largo de sus carreras y luego más tarde cuando tienen que enfrentarse a la realidad diaria del aula se dan cuenta que mucho de lo aprendido no les sirve para la ocasión que allí se les presenta. Esto nos pasa con todo al respecto de nuestras vidas y como bien dices la verdadera inteligencia es la que te saca de esos apuros y te facilita remodelar tus esquemas y plantear diferentes puntos de vista, estrategias, etc. “Aprender a desaprender”, una vez le comenté este término a una persona nativa inglesa en un centro educativo bilingüe y no me entendió muy bien, pensaba que hablaba de que los alumn@s no aprendían, tuve que explicarle el término (muy de moda en la actualidad y de una enorme importancia) para que comprendiera que pedagógicamente hablando esto era algo muy importante y que tod@s deberíamos hacer a la hora de plantearnos nuestras clases, así como en nuestras propias vidas.
Saludos. ANA