Vivir para conversar, conversar para vivir

Buenos días y feliz 2022. Que nos libre de contagios y nos permita volver a encontrarnos y a abrazarnos.

De momento, lo que quiero compartir con quienes seguís pasando por este blog es mi penúltima lectura (siempre es la penúltima, como las copas -eso se decía en mis años mozos-). Se trata del libro Cosas que pasan cuando conversamos (2019) de la profesora Estrella Montolío.

De su introducción he traído el título de esta entrada.

Ha sido una lectura placentera, llena de ejemplos de la vida cotidiana y salpicada de humor. Y que nadie se asuste: nos instruye, nos enseña sin dejar fuera a quienes crean que, por no tener formación universitaria, no serán capaces de leer un libro así. ¿Y qué quiero decir con “un libro así”? Pues un libro que analiza las conversaciones, nuestras conversaciones y lo hace con diferentes criterios, como podéis ver en el índice que os pongo aquí.

Los títulos de los capítulos nos provocan, despiertan nuestra curiosidad: “¿De verdad yo conozco a delincuentes verbales? ¿Cuál es su crimen? ¿En algún momento habré cometido yo uno de esos crímenes?”. Estas podrían ser algunas preguntas que despertaría el encabezado del segundo capítulo. Leámoslo para contestarlas.

Otra sorpresa nos la depara el capítulo 3. Al adentrarnos en él, la profesora Montolío nos descubre que las charlas intrascendentes tienen una función muy importante en nuestras relaciones sociales.

Y vamos un poco más allá. ¿Os habíais fijado en que nuestra forma de hablar está llena de metáforas? Ya en su libro Metáforas de la vida cotidiana (2017) George Lakoff (lingüista) y Mark Johnson (filósofo), explicaron que las metáforas van más allá de una figura poética, son parte de  nuestra forma de concebir la realidad y de expresarla. En esta misma línea van las reflexiones y los ejemplos que nos encontramos; estoy segura de que os reconoceréis en ellos.

Del capítulo 5, interesantísimo, quiero destacar algo que ha sido motivo de conversaciones personales con algunas de mis amigas y es el hecho de que la gente, incluso la que consideras más cercana, está más disponible para sufrir contigo que para alegrarse de tus alegrías. Por eso, a veces, nos callamos nuestros logros. Dice Estrella (p. 121):

“[…] ser capaces de compartir la alegría ajena implica una generosidad que nos hace grandes y que refuerza los lazos profundos con nuestros congéneres. La psicología positiva distingue cuatro clases de respuestas a una persona que expresa lo que para ella es una buena noticia: ¡He aprobado las oposiciones!”.

Para que veáis lo clara que resulta su forma de explicar las cosas, os incluyo aquí la página 122, en la que aparecen comentadas esas cuatros posibles respuestas.

En fin, no es mi intención comentar todos los capítulos del libro, pero sí, presentaros algunas de las razones por las que, en mi opinión, es una lectura muy recomendable, que puede ayudarnos -no dejemos de lado el capítulo titulado “Cómo detectar las mentiras verbales”-, a descubrir lo importante de lo secundario entre el ruido que caracteriza nuestra forma de comunicarnos.

Y para terminar, no puedo dejar de mencionar el análisis que Estrella Montolío hace de una de las canciones que más veces he usado en mis cursos de español de nivel avanzado y que he incluido en algunas publicaciones:  Y nos dieron las diez. La encontraréis en el capítulo dedicado a las narraciones.

Saludos con ganas de conversar 🙂

 

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