¿Qué rescatamos de los métodos o enfoques que no están en boga?

Con esta pregunta suelo empezar mis clases de formación cuando quiero hacer reflexionar a mis alumnos y alumnas sobre si conviene ignorar todo lo anterior, en lo referente a metodología, y partir de cero, o apoyarse en lo válido del trabajo realizado por quienes nos precedieron.

Productos de una época.

La forma de enseñar en general y, en particular, la forma de enseñar una lengua es producto de una época. Los estudios, las investigaciones y las circunstancias históricas influyen de manera decisiva en ello. ¡Cuánto tuvieron que ver los espías de la CIA –que debían hacerse pasar por nativos en la pronunciación- en el avance de la enseñanza de lenguas! Por eso no podemos juzgar los materiales de 1960 o1980 con criterios del año 2010. Antes de hablar de ello, dejadme compartir esto. De una entrevista -toda ella una delicia- a Francisco Candel que apareció en el Suplemento de El País semanal, allá por 2005, rescato algunos fragmentos que me vienen al pelo:

La maestra nos hacía aprender cosas de memoria, pero también te encargaba trabajos que había que hacer en casa, te enseñaba jugando. Un día me encontré con la mujer que dirigía la escuela y le pregunté qué método usaba, y me respondió: «Usábamos el método de las personas». (…) se notaba que los niños eran la vocación de esa maestra.

La reflexión y la memoria.

Es cierto que todos tenemos preferencias y antipatías basadas en nuestros recuerdos escolares y está demostrado que tendemos a enseñar como nos enseñaron o de manera diametralmente diferente si aquello fue desastroso. ¿Quién no ha dejado las matemáticas o el latín por culpa de la torpeza de su(s) profesore(s) / profesora(s)? O todo lo contrario, ¿quién no ha elegido una carrera por el entusiasmo que supo transmitirle otra profe? En cualquier caso, hay hechos objetivos:

La reflexión hay que fomentarla porque no cae del cielo y el análisis consciente de la(s) lengua(s) es una buena forma de intentarlo. Y no me refiero solo a los análisis sintácticos o morfológicos que se piden en clase de L1. Me refiero, en primer lugar, a lo divertido que puede ser el análisis contrastivo o la traducción, usadas como una estrategia más de enseñanza / aprendizaje. Por lo tanto, sería estupendo rescatar ambas prácticas si se utilizan adecuadamente. En segundo lugar y en relación con el aprendizaje consciente de la gramática, quiero citar a Vigostky cuyas afirmaciones me parecen válidas hasta hoy.

Si el medio ambiente no le propone al adolescente nuevas ocupaciones, no tiene para con él exigencias nuevas, y no estimula su intelecto proveyendo una secuencia de nuevas finalidades, su pensamiento no llega a alcanzar los estadios superiores o los alcanza con gran retraso. (1934: 91)

Se ha manifestado en alguna ocasión que la escuela podría prescindir de la instrucción gramatical. Sólo podemos responder que nuestros análisis muestran claramente que el estudio de la gramática es de una importancia principalísima en el desarrollo mental del niño. (1934:139)

Ya hablaré en otro momento sobre la gramática. Ahora sigamos con lo rescatable de métodos pasados.  

Ser sistemático. A menudo me ha parecido percibir una mueca de disgusto ante la idea de ser sistemático. ¿Es que es malo serlo? En cualquier caso la lengua es un sistema y es sistemático –permitidme la redundancia- incluso en aquellos terrenos en que menos lo parece. Para muestra, aquí tenéis unos ejemplos.

a)      > Oye, ¿te vienes a tomar una copa?

< Sí, hombre, ¡para copas estoy yo!

(Y el interlocutor entiende que se irá solo/a).

         b)      > Va a llover (tono declarativo).

                   < ¡Va a llover! (mirando por la ventana).

                   > Pues lo han anunciado en la tele.

(¿Por qué se hace necesaria la aclaración? ¿Qué ha entendido la persona que anuncia que ‘va a llover’? ¿Entendemos todos lo mismo?).

Estas reflexiones y otras muchas posibles nos hablan del sistema que es la lengua en cualquiera de sus manifestaciones: oral, escrita o gestual. Ya volveremos sobre ello.

– Y la memoria… tan denostada y tan importante… ¿Cómo daríamos cuenta de nuestro aprendizaje sin ella? Lisette Poggioli dice en este sentido hablando del enfoque cognoscitivo:

Intenta determinar la forma o formas cómo el conocimiento se representa y se organiza en la memoria. Esto significa que, a partir de estudios realizados, se ha podido determinar que el conocimiento que adquirimos lo tenemos representado y organizado en nuestro sistema de memoria. Algunos dicen que la representación es en forma de imágenes, pero otros dicen que es en forma de proposiciones verbales o enunciados como, por ejemplo: Caracas es la capital de Venezuela. Algunos teóricos señalan que la organización es jerárquica, otros que es en forma de redes.

¿Cómo podríamos vivir si nos faltara? Pensemos en nuestros mayores que la pierden… Sí, ya sé que las críticas que se le hacen al aprendizaje memorístico van en otra dirección. Pero trabajarla enriquece, da flexibilidad a nuestro cerebro… y nos facilita la vida: hay momentos en los que resulta muy cómodo memorizar unas frases invariables o una estructura. Y, además, nos permite revivir nuestras experiencias, para bien y para mal. Claro que en los primeros momentos de la enseñanza de lenguas a nadie –que sepamos- se le ocurría hacer que el alumnado memorizara algo asociándolo a un olor, a un paisaje…

        Los hábitos.

También quiero recoger esta palabra proscrita por un tiempo y rehabilitada hoy en su justo valor. ¿Qué hacer si nuestros estudiantes no tienen el verbo ‘ser’ en su lengua o el orden de sus oraciones no tiene nada que ver con el de las nuestras? Mis alumnos y alumnas con experiencia docente responden sin dudar: hay que hacer prácticas repetitivas para crear hábitos y dar así seguridad. Es cierto que estas prácticas, si no van acompañadas de otras significativas, se quedan en el cañamazo del bordado, pero este necesita de aquel para evitar las puntadas fuera del límite o los errores fosilizados ad aeternum. Claro que no es nuestro objetivo primordial la corrección, pero ¿qué tiene de malo querer expresarse –de manera oral o escrita- con corrección? Por otra parte, la corrección de errores puede ser algo exigido por quienes aprenden, y la forma de hacerla debería pactarse con los diferentes grupos.

Con esta reflexión quiero poner de manifiesto que, en mi opinión, no hay que renunciar a algo por el hecho de que se considere pasado de moda. La metodología actual, centrada en el alumnado, no puede renunciar a estrategias, recursos, que formman parte del ser humano solo porque en una época se abusó de ellos. Rescatémoslos y usémoslos para el beneficio de nuestros chicos y chicas.

2 comentarios en «¿Qué rescatamos de los métodos o enfoques que no están en boga?»

  1. Martina Tuts

    Me encanta el método de las personas. El antepasado de la educación equitativa -que no igualitaria- que mira al alumnado.
    No cabe duda de que ese es el gran avance de la metodología actual. Estoy de acuerdo contigo, sin embargo, en no rechazar nada por anticuado. Hay que sumar, sumar y sumar, sin adoctrinar. Y reivindicar el papel del profesorado como educador y transmisor de contenidos. La asertividad de los alumnos y alumnas se construye sobre habilidades y destrezas pero necesita de conocimientos para desarrollar un pensamiento crítico. Rehuyo de la tendencia a afirmar que “lo último es lo mejor” y desconfío de quienes echan abajo el trabajo de los y las demás, por acogerse a tendencias actuales. Todas las herramientas sirven. A veces se nos olvida que lo importante, lo realmente importante son los valores que, con ellas, transmitimos. Y dejo esta reflexión…
    Las personas insignificantes siguen la moda, las presuntuosas la exageran, las de buen gusto pactan con ella.
    A. Dufresne

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *