Buenas tardes.
Se nota que tengo poco tiempo para reunirme con mis amigos y amigas en este blog. ¡Lástima!
Hoy me acerco a él con motivo de esa reflexión publicada por el periódico El País y que podéis leer aquí
https://economia.elpais.com/economia/2015/03/02/actualidad/1425312952_604919.html
En mi opinión se plantea de nuevo una falsa dicotomía como ya he dicho en FB. Enseñar la gramática de una lengua es algo que puede ayudar a ordenar el caos que supone el cúmulo de frases y oraciones sueltas que se necesitan para comunicarse en cada situación de manera adecuada y competente. La gramática de una lengua no tiene que ser ese trabajo que solo consiste en etiquetar lo que las personas nativas saben hacer de manera “natural”. Creo que se asocia la gramática con algo que no sirve para comunicarse, que no sirve para la vida. Sin duda esta creencia procede de una manera de enseñarla descontextualizada, no relacionada con la realidad de quienes estudian – aprenden una lengua nueva. Procede de una metodología centrada en un enfoque lingüístico, descriptivo y prescriptivo. Por otra parte, estas tres características no tienen por qué ser negativas. Me explico: cuando nos centramos en las diferencias de uso entre palabras, conjunciones, verbos, estructuras, una buena descripción lingüística, que no sea confusa, que no recurra a las excepciones en cuanto algo no cabe en la teoría creada apriorísticamente, que esté formulada de manera comprensible, puede iluminar las mentes de quienes encontraban incomprensible un fenómeno. Esa buena descripción lingüística hará que se puedan generar nuevas oraciones, a partir de un modelo dada una situación comunicativa. ¿Por qué puede ser positiva la característica de lo prescriptivo? Porque llegado un momento, un momento posterior al nivel inicial, sobre toso, queremos saber si nuestra nueva intervención es aceptable, si se dice, si ofende la sensiblidad de quienes nos oyen o nos leen. No sé qué pensáis quienes estáis leyendo esto, pero si bien al principio a mí me interesa más decir algo aunque sea incorrecto, después de unas cuantas veces repitiendo el mismo error, quiero que me lo corrijan y si sé por qué lo he cometido, estaré mejor preparada para autocorregirme.
¿De dónde le viene a la gramática, pues, su mala fama? Creo que ha quedado claro, ¿no? De una manera de enseñarla que se percibe alejada de la vida, que no tiene en cuenta más que un solo estilo de aprendizaje, que no conecta la organización que supone con la comunicación. Que dice, por ejemplo: “Las oraciones subordinadas sustantivas pueden construirse con indicativo y subjuntivo” o “el imperfecto tiene valor durativo”. Y debajo hay unos ejemplos y muchos ejercicios para completar. Este tipo de enseñanza de la gramática, si no se quiere ser profesor o profesora, si no se aspira a ser lingüista, provoca rechazo y se entiende por qué.
Pero si partimos de la vida, de una situación comunicativa real -aunque adaptada al nivel- no solo se aprenderán estructuras sino también cuándo y en qué contexto se usan. He aquí un ejemplo real de una estupenda alumna que quiere comuniacarse:
– Vamos a ver, chicos, ¿quién os cae mal?
– (Haruka) A mí me cae mal mi jefe porque está enfadado conmigo.
– ¿De verdad? ¿Desde cuándo está enfadado contigo?
– Cuando me equivoco.
¿Qué confunde Haruka? ‘Estar enfadado’ y ‘enfadarse’. Aparte de corregirle el fallo, ¿no aprendería más si, tras el momento de comunicación, se le dedica un tiempo a la sistematización?
Hay muchas formas de acercarse a la gramática y una de ellas no se opone a la comunicación, sino que la favorece, la mejora. En este blog hay muchas entradas sobre este tema, también algunos artículos sobre lo msimo, así que no voy a repetirme. Para cerrar, me sumo a lo dicho por Miguel de Cervantes.
Estupendo, Concha. Como siempre consigues dar ‘vida’ a la gramática. ¡Cuánta falta haría hablar de la formación inicial del profesorado -me refiero a la LM-, para que el alumnado fuera capaz de relacionar la necesidad de dominar su lengua (la LM o la L2) con expresarse sin malentendidos, matizando y utilizando la lengua como lo que es: una herramienta no sólo de comunicación elemental, sino de expresión del pensamiento, de los sentimientos y del análisis de la realidad… o de la fantasía de los sueños. Gracias por tu empeño en hacer de la enseñanza de tu lengua una asignatura apasionante. Quienes fuimos alumnas y alumnos tuyos, damos fe de ello.
Coincido plenamente con tu opinión, Concha. Por otra parte, en el artículo que mencionas, hay unas cuantas barbaridades típicas del periodismo poco informado, por llamarlo de alguna manera, como por ejemplo referirse a la “nueva metodología” como “método comunicativo”. En fin, ese un problema que parece no tener solución.
Un abrazo desde una calurosa Costa Caribe.
Jan Peter