Viaje a Rusia. Sensaciones

Habría muchas cosas que comentar, pero voy a hacerlo así, de forma breve y visual. Esta fue la primera foto hecha al llegar para entrar en materia: ruso sin ayuda de la traducción para aplicar estrategias de comprensivas, apoyadas en conocimientos del mundo.

La sensación de frío exterior quedó compensada con el calor humano de los talleres y de las fotos posteriores.
La sencillez del blanco de la nieve contrasta con el lujo de algunos interiores y con los majestuosos edificios que aquí se ven.


El metro ruso es el más profundo del mundo -dicen-. Yo no sé si es verdad, pero impresiona bajar y bajar.

También impresiona la belleza de algunas estaciones del de Moscú. Y sorprende que en San Petesburgo haya paredes que impiden ver el tren. Sus puertas se abren al mismo tiempo que las de esas paredes que nos separan de las vías.
Más cosas curiosas: en Moscú no hay taxis circulando. O al menos no como en Madrid. Pero es fácil ponerse en la acera, sacar la mano y parar un coche particular. Si el lugar al que quieres ir coincide con el camino de quien conduce, te llevará por una cantidad negociable. La mayoría de  estas personas no hablaba inglés; mi ruso se reduce a dar las gracias. Aún así conseguimos entendernos sin grandes dificultades. Como ya he dicho muchas veces, la voluntad de entenderse está por encima del dominio de las lenguas. Sé que me cobraron más que a alguien del país, pero nunca fueron cantidades indecentes. (De esto no tengo fotografías).
Estuvimos en el café Pushkin y en el Mayak (en Moscú). En ambos la comida y el ambiente me encantaron, pero no pude tomar fotos. Os recomiendo ir a ambos.
Y por supuesto al Hermitage. Lo que vi, me dejó boquiabierta.

Y la última sensación que reseño  hoy es la mezcla entre símbolos religiosos y comunistas. Aquí van unos ejemplos.

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